1. Lo primero, ¿qué es el bilingüismo?
Una definición
A la salida del supermercado, un niño se dirige a su padre en alemán.
Al terminar la pregunta, el padre le responde: “Muy bien, ahora en
portugués por favor”. Y se repite la misma escena, esta vez, en el otro
idioma.
Para la mayor parte de las personas, este ejercicio es la demostración
de una gran capacidad cuando el bilingüismo parece un mito: ¿será por
ello que no existe una definición exacta?
Como muestra el vídeo, cada uno tiene su propia idea: para algunos
significa ser capaz de comunicarse y de hacerse entender, con más o
menos errores, en varios idiomas (también los aprendidos a través de los
años). Para otros, por el contrario, la gramática y la pronunciación
son fundamentales.
Y si a la mayoría de los mortales nos gusta opinar sin argumentar
demasiado, a la comunidad científica también le falta criterios para
ponerse de acuerdo.
Por ello, podemos concluir de este modo: el bilingüismo es un fenómeno
relativo que debe medirse según varios parámetros y no a partir de una
definición absoluta y, sobre todo, se trata de algo completamente
personal y subjetivo.
El bilingüismo: cuestión de feeling
Un idioma no es algo inanimado que se aprende y se domina de forma
definitiva, sino que se trata de una cosa viva que se construye y
transforma según nuestro modo de pensar y de comportarnos con el mundo.
Desde este punto de vista, la lengua está íntimamente ligada a nuestras
emociones y a nuestra identidad.
Es posible hablar una lengua de forma fluida desde la infancia y, aún
así, no sentirse necesariamente bilingüe: esto sucede, por ejemplo,
cuando no se vive en el país donde se habla esa lengua y, por
consecuencia, donde no se viven las influencias culturales, humorísticas
o sociales.
Asimismo, se podría decir que el bilingüismo se consigue cuando se
supera la frustración típica de las primeras fases del aprendizaje de un
idioma y uno se siente preparado para expresarse sin ningún tipo de
bloqueo.
En este vídeo hemos intentado explorar esta percepción partiendo de una
base común: el bilingüismo está sobre todo presente en niños que han
sido educados en dos idiomas maternos distintos y que son capaces de
pasar de uno a otro de forma natural.
La pregunta que queda en el aire entonces es: ¿cuáles son las particularidades del cerebro bilingüe?
2. El cerebro bilingüe
Mundo y lenguaje
Un idioma viene definido por un conjunto de sonidos o como un código
que sirve para comunicarse y que representa nuestro primer vínculo con
el mundo.
El recién nacido que grita y llora al llegar al mundo lo hace para
expresarse y llamar la atención. Las palabras, la sintaxis, la
gramática, todo eso llega más adelante y contribuyen a construir nuestro
universo mental que ayuda a estructurar el modo en el cual percibimos
al mundo.
Un bilingüe puede hacer uso de dos sistemas de referencias lingüísticas
para describir una sensación o expresar una idea. Por mucho tiempo se
pensó que esto podría llevar a confusiones, sobre todo entre los niños
de más tierna edad. Después del 1962, gracias a un estudio de Pearl y
Lambert sobre la relación entre el bilingüismo y la inteligencia, la
tendencia científica cambió su rumbo. En los últimos decenios, varios
estudios han subrayado la existencia de una “conciencia
metalingüística”, esto es, una actitud predominante entre las personas
bilingües a resolver enigmas cognitivos sin pasar por el lenguaje: como
si, enfrentándose a una ecuación matemática, un bilingüe tuviera más
capacidad para resolverla.
A cada uno su camino
Imaginemos que la lengua sea un camino que atraviesa aquello que
vemos, pensamos y expresamos: la sintaxis representa el itinerario, la
gramática el medio de transporte y las palabras los puntos de referencia
que marcan las diferentes etapas.
¿Qué es lo que pasa cuando hay dos puntos de referencia en vez de uno
solo? Que entonces podremos elegir entre “pain” o “Brot” (pan). El
ejemplo puede resultar facilón pero, como ahora veremos, las dos
palabras no evocan la misma imagen: por un lado, “pain”, la
baguette
crujiente, caliente, dorada y para tomar con queso, por el otro, el
“Brot”, un pan oscuro y con semillas, compacto y muy nutritivo. Ambas
palabras no pertenecen a la misma imaginación, no evocan los mismos
recuerdos, las mismas emociones o los mismos códigos sociales. En otras
palabras, pertenecen a dos contextos diferentes. Los bilingües pueden
entonces escoger la palabra “pan” que deseen para su comida, y con ella,
un paisaje único.
Para que se entienda mejor, podríamos comparar el bilingüismo con la
sinestesia, la figura retórica que indica la fusión entre dos o más
sentidos como la vista y el oído. Por ejemplo, la sinestesia hace
posible ver literalmente la música en diferentes colores. Gracias a
ella, la descripción de los sonidos puede estar enriquecida de imágenes y
metáforas. Sobre este principio de asociaciones múltiples se fundan
muchas poesías y expresiones lingüísticas, como por ejemplo la clásica
oposición entre los colores cálidos y los colores fríos.
Cuanto más aumentan las conexiones, más posibilidades tiene el cerebro
de considerar un objeto y describirlo con palabras. La ciencia habla de
“flexibilidad cognitiva”, una habilidad que hace referencia al
pensamiento creativo y que está especialmente desarrollada en las
personas bilingües.
3. Lenguaje y creatividad
Nunca es tarde para aprender una lengua nueva
Solamente un 13 % de los países de las Naciones Unidas es monolingüe.
Pero si no estamos entre los afortunados que tuvieron la oportunidad de
crecer en un entorno multilingüe o de haber aprendido dos lenguas a la
vez desde la más tierna infancia, ¡no hay que desesperarse! Nunca es
demasiado tarde: aprender un idioma nuevo es como empezar a practicar un
deporte que mantiene despierto y activo el cerebro, que estimula las
conexiones neuronales y que hace que nos sintamos jóvenes de espíritu.
Además, el “paisaje” mental del que hablábamos se ampliará tanto como
las ganas invertidas en aprender un nuevo idioma: cada idioma expresa
conceptos y emociones de formas diferentes.
Liberar al artista que llevamos dentro
Algunas personas reconocen que el haber aprendido una nueva lengua
les ha permitido sentirse más seguros de ellos mismos, más abiertos, más
tolerantes y más creativos.
El hecho de poder encontrar un modo alternativo de decir las cosas, de
expresar un concepto cuando la palabra que queremos decir la tenemos en
la punta de la lengua, ¡puede dar lugar a creaciones fantásticas y muy
originales!
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