Imagina los discípulos saliendo con Jesús en un bote cuando estalla una
tormenta. No están preparados para enfrentarla y, aterrorizados, se dan
cuenta que pueden morir. Mientras sucede todo esto, Jesús está durmiendo plácidamente.
En lugar de esperar la reacción de Jesús ante esta situación, los
discípulos permitieron que su situación dictara sus reacciones.
Después de rogarle a Jesús que haga algo, Él calma la tormenta… Pero no sin antes preguntarles: "¿Por qué tienen miedo?"
Su gentil reprensión por su falta de fe no fue porque no creyeran que Jesús podría salvarlos de la tormenta, sino porque lucharon para creer que Él podía verlos a través de ella.
Al encontrarnos con tormentas que no podemos controlar, ¿Cómo respondemos con fe? Aquí tres verdades para recordar:
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