A esta edad, los niños escolares están
naturalmente dispuestos a aceptar la existencia de Dios. Creen lo que se les
dice, pero también buscan pruebas para poder corroborar. Cuando se enfrentan a
sus niños domingo a domingo deben tener presente este concepto.
Cada trimestre nuestra revista les
ofrece varios artículos y recursos que los ayudarán a desarrollar en su
ministerio. Cada una de las lecciones es muy importante, pero también lo es la
capacitación por medio del entrenamiento que reciben en los artículos para
líderes.
Los relatos bíblicos que semana a semana
escuchan los niños establecen la base para un posterior estudio de la
Escritura. Nunca dejen de leer ni estudiar el desarrollo de cada lección. Esta
es la herramienta para que los niños aprendan acerca de Dios.
Los niños descubren a través de dichos
relatos que hay relaciones buenas y malas que pueden afectar su carácter y su
concepto de Dios. Experimentan el fracaso moral y se dan cuenta de sus
debilidades. Los maestros que trabajan con niños de esta edad deben enseñarles
lo importante que es elegir lo correcto y rechazar lo incorrecto.
En esta etapa el juicio que hacen estos
niños se basa en las necesidades personales y las reglas de los demás. Las
reglas se obedecen para evitar el castigo, o se hace lo correcto porque
satisface sus necesidades y las de los demás.
Para los niños más maduros el juicio se
basa en la aprobación de otros, las expectativas familiares, los valores
tradicionales y las reglas sociales. Es por eso que estos niños distinguen
entre lo que se enseña mediante preceptos, y lo que se enseña a través de la
práctica y se frustran en gran manera cuando se enfrentan a las contradicciones
porque no pueden entender el engaño.
Los maestros que trabajan con escolares
pueden pecar por lo que dejan de hacer como por lo que hacen. Es difícil
enseñarles a los niños a que oren si no ven a sus maestros hacerlo. Tampoco se
les puede pedir que asistan a la clase, cuando sus maestros no vienen los
domingos regularmente. Ni estarán dispuestos a aprender cuando observan que la
clase no se ha preparado.
Queridos maestros, es nuestra intención
alentarlos proveerles todo aquello que los ayude en su tarea y les facilite la
preparación de la clase. Su ministerio es precioso y sus niños merecen lo
mejor.
Que el Señor los bendiga ricamente.
Sandra R. Leoni
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