viernes, 7 de junio de 2019

La adolescencia prolongada

Adultecentes: La adolescencia prolongada

Existen generalmente dos tipos de reacciones a lo que llama: “adolescencia prolongada”, pero significan los mismo: posponer la responsabilidad de la adultez


Bernfeld dedica el término “adolescencia prolongada” a las personas que demoran la resolución del conflicto adolescente, y por tanto la consolidación de la identidad, convirtiendo una fase del desarrollo en su modo de vida.
Para la familia mexicana es importante la fuerte identidad familiar, ya que además de ser un lugar en el que se ofrecen servicios, lo es también de intercambio de afectos.
En numerosas ocasiones prefieren proteger a los hijos en lugar de hacer que asuman responsabilidades. No consideran que la autonomía deba pasar necesariamente por un alejamiento físico de los padres y sólo piden dinero a sus hijos si tienen necesidades económicas.
La casa familiar está abierta para los hijos de manera incondicional. A menudo, cuando han salido de casa, conservan las llaves y pueden incluso llegar sin avisar, aspecto que en otras sociedades europeas no ocurre.
Si bien la crisis económica contribuye a esta realidad como lo veremos más adelante, sólo las familias con disponibilidad económica pueden prolongar la adolescencia de los hijos.
Por otro lado hay quienes ven en esto una consecuencia de la falta de oportunidades de trabajo –de las dos formas, una tendencia a posponer la responsabilidad de la adultez.
Eso que en inglés se llama, de manera reveladora, “settling down”, una acepción de asentarse que nos habla de un movimiento de fijación a la baja a la vez que de un “aterrizaje” o de un enraizamiento. Otra cosa que revela el lenguaje: adolecer significa carecer. La adolescencia es carencia; pero recordemos que de la carencia nace el amor, según Platón, y es ese estado de ausencia e indefinición lo que llama explorar lo desconocido.
La adolescencia prolongada, sin embargo, puede ser algo positivo, si se logra aprovechar ese tiempo.
En cierto modo prolongar la adolescencia significa también prolongar el tiempo de aprendizaje y de frescura cognitiva en el que nuestro cerebro experimenta cosas nuevas. Si además, en nuestra época nos preparamos para vivir más tiempo, es lógico también ampliar esta época de asimilación. Una vez que llegamos a la adultez, los circuitos neurales existentes pueden ser modulados, pero no pueden ser sobreescritos.
Recientemente, el European Youth Forum alertaba de lo que puede suponer la consolidación de una “generación Peter Pan”, como resultado de la crisis  que sufrimos y de las insuficientes o equivocadas políticas públicas en relación a la situación de los y las jóvenes.

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