Las 12 marcas del cristiano productivo
1. El cristiano productivo está centrado en el evangelio. Su identidad no está en las cosas que hace o no hace. Su identidad está en Cristo (Gá. 2:20). Él tiene su mirada fija en el evangelio, y por eso es impulsado a dar fruto en respuesta al amor de Dios (Tit. 2:11-14), y a aferrarse a su misericordia cuando no es tan productivo como quisiera o debería serlo (1 Jn. 1:9). Su mayor gozo es saber que sus pecados han sido perdonados (Sal. 32:1) y ahora él es un hijo de Dios (Ro. 8:14-15). Él deja que el evangelio transforme su visión de la productividad y toda su vida.
2. El cristiano productivo prioriza su relación con Dios. Él busca vivir en adoración a Dios, conociéndolo cada día más y atesorándolo sobre todas las cosas (Fil. 1:21). Él comprende que el fin último del hombre es glorificar a Dios deleitándonos en Él (Ro. 11:36; Sal. 37:4). Por eso busca ser disciplinado en leer la Palabra, orar, y congregarse, porque entiende que esa es la mayor necesidad de su corazón. Comprende que de nada sirve hacer un millón de cosas, si no hacemos las cosas más importantes que Dios nos llama a hacer.
3. El cristiano productivo exhibe el fruto del Espíritu. Este fruto incluye dominio propio, paz, paciencia, gozo, y más (Gá. 5:22-24). Esto se muestra en su vida porque camina por fe en el Señor. Este es su secreto para ser productivo cuando otras personas no lo son. Él vive unido a la vid que es Cristo, y así puede ser un pámpano que lo honra a Él (Jn. 15:1-5).
4. El cristiano productivo prioriza a su familia. Mientras muchos líderes en el mundo son capaces de sacrificar sus relaciones familiares en el altar del éxito económico, la fama, y la comodidad personal, el cristiano productivo entiende que la familia es un regalo de Dios que debe ser priorizado en la vida diaria (Pr. 18:22; Sal. 127:3). Ser productivos en muchas áreas de la vida, a expensas de descuidar nuestras relaciones familiares, en realidad es ser improductivos a los ojos de Dios. El Señor nos llama a amar a nuestras esposas como Cristo ama a la iglesia (Ef. 5:25), criar a nuestros hijos en el temor del Señor (6:4), y honrar a nuestros padres (6:1-3). Esto no es negociable en la vida cristiana.
5. El cristiano productivo ama a la iglesia local. Entiende que necesita de otros pecadores redimidos por gracia para crecer más a imagen de Cristo (Ro. 1:12; Ef. 4:11-16), y necesita congregarse junto a ellos para ser estimulado a las buenas obras y adorar al Dios digno de toda alabanza (Heb. 10:24-25; Col. 3:16). El cristiano productivo reconoce que la iglesia es preciosa porque fue comprada por la sangre de Cristo (Hch. 20:28), y por eso busca servir en ella y ser edificado en ella conforme a la Palabra.
6. El cristiano productivo procura una mente renovada por la Palabra. Él sabe que si ha de dar fruto y vivir para Dios en toda su vida, necesita ver las cosas de una manera que sea bíblica, y no a través de los lentes que nos presta el mundo incrédulo que nos rodea (2 Co. 10:4-5; Ro. 12:1-2). Entiende que la forma en que pensamos determina la forma en que vamos a conducirnos por la vida, y por eso se esfuerza en buscar alinear sus pensamientos conforme a la Verdad (Fil. 4:8).
7. El cristiano productivo es intencional al planificar mientras descansa en Dios. Al igual que el apóstol Pablo, sueña y planifica hacer cosas que honren al Señor (cp. Ro. 15:22-33). Él entiende que la soberanía de Dios no es una razón para dejar de ser planificados. Sin embargo, en todos sus planes, se somete a los designios soberanos de Dios (Ro. 1:9). Dios es digno de vidas ordenadas, con intencionalidad, que busquen exaltarle en todo.
8. El cristiano productivo prioriza la agenda del Señor. Aunque hace muchos planes (ver punto anterior), él tiene la humildad para dejar sus planes a un lado cuando entiende que Dios tiene una agenda diferente para su vida (Hch. 16:6-10). Esto significa que sus planes o sus ideas sobre cómo debería ser productivo no son dios para él, y en cambio procura siempre estar sujeto a Dios. Esto significa reconocer que los caminos de Dios son mejores que los nuestros (Is. 55:9).
9. El cristiano productivo sabe decir “no”. Uno de los temores del cristiano productivo es tener éxito en las cosas a las que Dios no lo ha llamado en verdad. Al mismo tiempo, entiende que no está capacitado para hacer cualquier cosa que se le presente, y por eso procura discernimiento para saber decir “no” a oportunidades buenas de diversos tipos (ministeriales, laborales, etc), con tal de decirle “sí” a lo mejor para él (cp. Fil. 1:9-11).
10. El cristiano productivo busca ayudar a otros a serlo para la gloria de Dios. Entiende que Dios nos llama a edificarnos mutuamente en la iglesia (Ef. 4:11-16), y hacer discípulos de todas las naciones que den frutos y sean productivos delante de Dios (Mt. 28:18-20). Así que procura ser intencional en cumplir este llamado del Señor para su vida.
11. El cristiano productivo hace su trabajo como para el Señor. Él entiende que, en última instancia, todo es de Dios y para Dios (Ro. 11:36). Él es la realidad más importante dentro y fuera del universo, y nos ha redimido para que todo lo que hagamos sea para su gloria (1 Co. 10:31; Col. 3:17).
12. El cristiano productivo persevera por la gracia de Dios. Puede tener momentos muy difíciles, pero es preservado por un poder más grande que cualquier cosa en el universo: la mano de Dios sobre su vida (Fil. 1:6; Ro. 8:32-39). Entonces, al final del día, puede decir: “por la gracia de Dios soy lo que soy, y Su gracia para conmigo no resultó vana. Antes bien he trabajado mucho más que [otros], aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí” (1 Co. 15:10).
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